Gatito encontrado

Publicat: 04.04.2017

En realidad queríamos agregar esta pequeña entrada al final, pero pensamos que Nia merece una propia.
Pero empecemos desde el principio: Llovía a cántaros cuando llegamos a un camping apartado, a varias horas de Wellington. Todavía en la lluvia y debido al cambio de hora, también en completa oscuridad, cocinábamos en la desagradable compañía de un molesto y obstinado gato callejero. También a la mañana siguiente, la lluvia continua no había cesado y, además del gato, un gallo tampoco nos dejaba en paz.
Cuando terminamos el desayuno, una niña alemana nos dijo que había un diminuto gatito debajo de nuestro coche, que la noche anterior había estado correteando por el camping.
Cuando miramos debajo de nuestro coche, al principio no encontramos nada más que un calcetín. Pero después de un rato, se podía ver un pequeño ovillo de lana, cuyos dos brillantes ojos verdes nos miraban. Como queríamos salir pronto, intentamos mucho acercarnos al pequeño gato que se había acurrucado detrás de nuestras ruedas delanteras. La pequeña gatita negra, que salió después de un tiempo, era tan pequeña que cabía en la palma de una mano. Temblaba mucho, así que la levantamos y la metimos en la chaqueta acogedora para calentarla un poco. Al gato callejero no le importaba en absoluto el gatito y, además, no había casas a la vista.
Dado que el gatito era tan diminuto, muy delgado y había estado vagando sin madre tanto por la tarde como por la mañana, decidimos, con gran pesar, llevarlo a un refugio de animales. ¡Deseábamos haber podido quedárnoslo y llevarlo con nosotros a Alemania!
En el trayecto de una hora en coche, donde el hasta entonces sin nombre animal dormía en el regazo de Meret, pensamos en un nombre.
Llegamos a Nia, ya que quería ser una abreviatura de Ninja, porque se había escondido tan bien y, gracias a su pelaje negro, estaba perfectamente camuflada entre las ruedas del coche.

Al llegar al refugio de animales, lamentablemente tuvimos que dejar a Nia con la recepcionista, quien le dio algo de comer a la hambrienta gatita. Así que volvimos al coche sin el gatito y todavía la extrañamos, pero estamos convencidos de que ahora está muy bien.

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