Publicat: 02.02.2020
Rotorua y sus piscinas termales, géiseres, pozos de barro y la cultura maorí. Estamos en medio de ello y siempre huele a huevos podridos, lo que al principio molesta a los niños, pero rápidamente se olvidan. El silbido y el burbujeo siempre son impresionantes, aunque en Waio Tapu Wonderland el géiser fue muy decepcionante; supuestamente por el tipo de jabón y la falta de lluvia, no duró ni un minuto. A los niños les habíamos prometido algo mucho mejor; hace 10 años al menos duró 20 minutos. En Whakarewarewa, la aldea maorí, el tiempo casi se detuvo; la vida continuó como en nuestra última visita y al medio día tuvimos el mismo delicioso Hangi, y algunos de los danzantes eran los mismos de antes. Los niños están impresionados de cómo se cocina la comida y de cuán lejos pueden los maoríes girar los ojos y sacar la lengua.