Publicat: 14.06.2017
11 de julio de 2017
Desde Tuba-City en Navajoland, nos dirigimos directamente al escenario icónico del Oeste: el Monument Valley en la frontera entre Arizona y Utah. Detrás de cada curva espera el fondo para una escena clásica de 'El correo del oeste' o '¡Hasta la vista, bebé!'. En uno de los lugares de rodaje se encuentra aún la oficina original del Capitán Brittles, alias John Wayne, de 'El sargento negro' de John Ford. En el camino, aún corren libremente caballos al estilo.
Continuamos hacia Page, una ciudad que elegimos basados en los kilómetros que creíamos que podríamos recorrer. De nuevo, encontramos uno de esos aciertos aleatorios. Page está situada junto a un enorme embalse rodeado de formaciones rocosas extrañas. Nos dirigimos al primer campamento. Está lleno. Ya estamos a punto de dar la vuelta cuando la resoluta guardabosques en la caseta de entrada nos aclara. ¿Acaso tenemos un pase anual para los parques nacionales? Sí, entonces podríamos ir al siguiente parque en Utah. La noche costaría 14 dólares.
Seguimos adelante. En la siguiente caseta está el par de exacto opuesto de la guardabosques anterior. Nos cobra 14 dólares y nos hace señal de pasar. Ante nuestra mirada insegura y preguntadora, nos explica que aquí se puede acampar libremente, solo debemos tener cuidado de no quedarnos atascados en la arena.
Casi lo logramos porque seguimos a dos mujeres que en algún momento se mueven de manera salvaje frente a nosotros. Nos acercamos cada vez más y gritamos para que se alejen, porque de lo contrario nos quedaríamos atascados.
Entonces llegamos y nuevamente se produce un 'Ah' y un 'Oh'. ¡El Lonly Rock está frente a nosotros en el agua y tenemos una playa de ensueño! Al pasear, conocemos a un joven con buenos conocimientos de alemán y una perra bóxer de cuatro meses llamada 'Ruby'. Él parece el típico americano simpático y recto. En realidad, hace 17 años era uno de esos chicos bien vestidos con bandolera que querían hacerte mormón. Su área de misión fue Frankfurt, y también había estado en Colonia.
Para terminar, una fogata de las dos mujeres en la arena y, en el camino al baño, el cielo estrellado más hermoso que se pueda imaginar, porque no hay luz que moleste desde el suelo.