Publicat: 19.11.2017
El volcán se encuentra a solo unos 10 kilómetros de Granada. Se trata de una reserva natural, cubierta con lo que se llama bosque nuboso. Una parte considerable de la selva en Nicaragua ha sido talada en los últimos 20-30 años. Como en todas partes del mundo.
Se puede reservar esta excursión con uno de los numerosos proveedores de tours en la ciudad o ir en transporte público. Yo me informé de manera general antes. Además, se puede preguntar a cualquier persona por el camino: la mujer que vende galletas caseras en la esquina o el tipo genial que está frente a una tienda de accesorios eléctricos, de la cual emite en infernal volumen música de disco latino actual: todos ayudan con gusto y amabilidad. Así que encontramos la estación de autobuses muy fácilmente, aunque recientemente había sido trasladada.
Viajar en autobús en Nicaragua es ruidoso y lleno: los motores de los viejos autobuses escolares estadounidenses luchan audiblemente. Las ventanas están abiertas. A veces el conductor de autobús tiene su emisora favorita puesta a todo volumen, y opaca el resto del ruido. Nos avisan que debemos bajar. Nos encontramos de inmediato con un hombre que trabaja en la reserva y nos pone al tanto. Ya lo dije, los nicas son super serviciales. Hasta la entrada de la reserva hay un kilómetro subiendo por la carretera. Luego hay que decidir: caminar 5 kilómetros empinados montaña arriba o dejarse llevar en un camión modificado. Lo segundo. La carretera es empinada y angosta y llena de curvas, y Maggie está un poco nerviosa. Después de la visita al baño de letrina, hacemos una caminata guiada en la cima. Desafortunadamente, no vemos muchos animales, ni monos, ni perezosos, ni ranas verdes con ojos rojos, solo unas pocas mariposas y aves carroñeras que circulan sobre nosotros. Mennooooo...
En la cima del volcán hay 3 torres de transmisión, que tampoco son tan bonitas. Pero de algún lugar tiene que venir el Wi-Fi.
De regreso, el amable caballero (ver arriba) nos lleva. Luego, de nuevo un kilómetro hasta el autobús, donde esta vez los Tuc-Tucs nos rodean, esos pequeños taxis basados en scooters. No, gracias, tomaremos el autobús. Esta vez solo cuesta unos 25 centavos, en el viaje de ida fue el doble, que alguien entienda esta política de precios.
Conclusión: estuvo bien, con unas vistas bonitas desde la cima, pero no tan espectacular como se esperaba.
Ah, por cierto, no fui a bailar anoche. A las 21 horas no había nada, así que preferí acostarme temprano, tenía que levantarme pronto esta mañana.
Cielo despejado, viento en calma, temperatura alta.