Publicat: 17.06.2023
Viernes, 16.06.2023
Después de nuestro último desayuno en Grecia, empacamos y nos dirigimos a Patras, que está a solo alrededor de una hora de viaje. Llegamos temprano y queremos dar un paseo por la ciudad, ¡Patras es, después de todo, la tercera ciudad más grande de Grecia! Encontrar un estacionamiento resulta ser bastante complicado, pero finalmente encontramos uno un poco fuera del centro y caminamos un rato. La ciudad está increíblemente animada, algo a lo que no estábamos acostumbrados en las últimas semanas. Patras es muy ruidosa y bulliciosa. Tomamos un frappé, regresamos a la autocaravana y vamos al puerto. Allí hacemos el check-in y, cuando se acerca lentamente la hora de las 16, nos dirigimos hacia el ferry. Aún tenemos que pasar por un control, bajar del vehículo y abrir todas las puertas, luego el vehículo es inspeccionado por posibles pasajeros ilegales… ¡Cada vehículo! También se inspeccionan los contenedores que están en el puerto y que son transportados al barco por un camión, se revisan desde fuera (principalmente por debajo). En algún momento, se nos permite abordar el barco, esta vez, lamentablemente, no en la barandilla, sino en la segunda fila, pero eso no importa... Buscamos un lugar en la cubierta, miramos hacia la tierra y observamos cómo lentamente desaparece de nuestro campo de visión durante el viaje. En algún momento, tenemos hambre y comemos algo en el restaurante de autoservicio, que esta vez sabe excepcionalmente bien. Y como fue tan agradable, volvemos a sentarnos afuera en la cubierta. Pasamos junto a la costa y algunas islitas y, en algún momento, el clima cambia, de repente el cielo se vuelve gris oscuro, el viento se intensifica y comienza a llover, lo cual no es un problema, ya que estamos protegidos bajo un pequeño techo. El barco se mece hacia arriba y hacia abajo, lo que allí afuera aún no me parece tan malo. Sin embargo, cuando la tormenta se intensifica, bajamos. Al bajar, ya notamos que el movimiento en el interior del barco es mucho peor, casi es imposible caminar recto. Ahora la tormenta es bastante fuerte y el barco se tambalea de un lado a otro, y lentamente me empieza a marear. Martin se tumba directamente en la cama, no le afecta el vaivén. Yo intento quedarme sentada y luego también me acuesto. El ruido es horrible, la tormenta y las olas golpean al ferry, tengo un miedo terrible y me siento muy mal. Intento resistir con determinación, pero en algún momento mi estómago se da por vencido... Es una noche espantosa, aunque la tormenta se calma después de un rato, prácticamente no duermo en absoluto…