Publicat: 19.06.2022
Después de las suaves colinas en la región de La Rioja y la plana semi-desierto de Navarra, esperamos montañas un poco más altas y empinadas.
Aínsa
En las estribaciones del sur de los Pirineos, el pueblo de Aínsa se encuentra a una altitud relativamente baja (aproximadamente 570 m sobre el nivel del mar). Este pintoresco pueblo medieval está situado en una pequeña colina y sería ideal para filmar una película histórica.
Sin embargo, lo que nos atrae aquí no es el hermoso casco antiguo, sino las numerosas rutas de bicicleta. Bajo el nombre Zona Zero, se ha desarrollado un inmenso paisaje de senderos con recorridos para todos los gustos. Las pistas GPS se pueden descargar gratuitamente desde la página web, por lo que la navegación no es un problema. ¡Altamente recomendable!
El único problema es el calor. En la semana que estamos en Aínsa, el termómetro frecuentemente supera los 36 °C. Así que, por supuesto, no se puede pensar en montar en bicicleta. La solución es levantarse temprano para que podamos regresar a más tardar al mediodía. Pasamos la tarde como moscas muertas en el campamento.
Benasque y el Pico de Aneto
Benasque es una pequeña, antigua y encantadora ciudad situada en el corazón de los Pirineos, rodeada por los picos más altos de la cordillera. Nos sirve como punto de partida para escalar el Pico de Aneto, que con 3404 m es la cumbre más alta de los Pirineos.
Iniciamos nuestra excursión a las 7:00 de la mañana desde el aparcamiento La Besurta (1900 m). Desde este punto ya estamos maravillados por el paisaje salvaje. Seguimos un sendero bien señalizado hasta que, tras aproximadamente 45 minutos, llegamos al Refugio de la Renclusa (2140 m). A partir de aquí, comienza un ascenso abrupto y exigente a través de un enorme campo de rocas con grandes bloques de piedra. La senda se vuelve incierta y ya no hay una clara señalización. Nos orientamos con el mapa y las pequeñas montañas de piedras que aparecen aquí y allá. Alcanzamos una cresta rocosa llamada Cresta de las Portillones. Cruzamos la cresta y, por primera vez, obtenemos una vista del Pico de Aneto y del glaciar que se encuentra por debajo. Aquí nos damos cuenta de que aún nos queda un buen camino por delante. Cruzamos el glaciar, que no tiene grietas, y ascendemos una vez más sobre rocas hasta llegar a la cresta del pico, el Paso de Mohoma. Aunque la cresta es corta, es bastante expuesta a ambos lados, y nos presionamos contra las rocas para no perder el equilibrio. A las 11:30, estamos felices en la cima más alta de los Pirineos y disfrutamos de la vista. El regreso es largo y cansado. Estamos bastante exhaustos cuando regresamos al aparcamiento a las 15:30.