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Etiqueta 13 Glaciar Franz Josef

Publicat: 08.11.2017

Desperté temprano en la mañana, un gran lugar de camping con pequeñas cabañas de madera y delimitaciones entre los espacios. La lluvia ha cesado, pero el pronóstico del tiempo advierte sobre un clima inusualmente severo para los próximos días. Hoy se pronostican ráfagas de tormenta y granizo. Después de una ducha caliente tras la fría noche a 4 grados, decido pasar la siguiente noche también en un camping para aprovechar la calefacción eléctrica. Hoy me dirijo a Ross a una mina de oro histórica. Lamentablemente, es muy decepcionante; aparte de un pequeño museo, todo está orientado a los turistas asiáticos en autobús. Se puede lavar oro con sartenes por 12 NZ$ y se encuentra un poco de ello 😉. Después de que los chinos se van en el autobús, una empleada viene y rellena un poco de sedimento teñido de oro. Ella se siente sorprendida por mi presencia, pero claramente se relaja cuando sonrío y muevo ligeramente la cabeza. Unos kilómetros más adelante, visito una verdadera mina de oro. Totalmente aburrido, porque ya lo he visto muchas veces en la televisión. Unos excavadores, cargadoras y una planta de lavado de oro. En esencia, es un sitio de construcción completamente normal al lado de la carretera.

En el camino, la carretera se vuelve cada vez más angosta y la selva se torna más salvaje. El tráfico disminuye. Rara vez veo una autocaravana o una camioneta.

Cerca del mediodía, el cielo se oscurece repentinamente, creando una atmósfera algo fantasmal. A unos cientos de metros delante de mí, un coche se detiene a la izquierda. Instintivamente, me detengo a la izquierda en la siguiente entrada. Y entonces sucede. De repente, soplan ráfagas de viento fuertes y granizo; toda la situación cambia en un minuto. Durante cinco minutos, pequeños granizos y fuerte lluvia caen sobre la furgoneta VW. Luego para. Sigo avanzando y diez minutos después, ¡el sol brilla! Creo que ahora he entendido cómo el clima en Nueva Zelanda puede ser tan impredecible y cuánto respeto se debe tener. Sin duda, esto jugará un papel en las próximas excursiones por las montañas.

Al llegar al Glaciar Franz Josef por la tarde, decido, debido al brillante sol, hacer la excursión prevista. Se puede acercarse mucho al glaciar sin correr el riesgo de ser arrastrado por repentinamente torrentes debido a desprendimientos al final del glaciar o por deslizamientos de piedra. En dos o tres lugares hay que cruzar el río con agua hasta los tobillos. Mis zapatos de montaña impermeables pueden manejarlo, pero las zapatillas asiáticas y en parte las Birkenstock deciden dar media vuelta ahí. La caminata es un placer. Se sube por un largo valle y uno se encuentra diminuto frente a este inmensamente gigantesco glaciar. En el camino de regreso, en realidad quiero grabar un breve video para los de Ulm. Pero eso se interrumpe abruptamente por el granizo que vuelve a caer. Busco protección bajo un arbusto y me alegro dos horas después de llegar a mi camping.

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