Publicat: 05.06.2020
Despeja, se oscurece, vuelve a despejarse y después de algunas últimas gotas de lluvia en Gettorf, seguimos rápidamente en bicicleta, pasando junto a
ofertas relevantes, junto a Woelkos pastando, que la avena pica, sin embargo, seguimos sentados en la silla de acero de nuestro caballo, mirando junto al zoológico.
Decidimos, con mucho pesar, renunciar a la visita, miramos enormes casas y
bicicleteamos pasando por la estación, sobre adoquines, sobre asfalto, a lo largo de caminos de campo. Nos dejamos impresionar por monumentos, durante minutos.
Leemos con una precisión increíble esta inscripción, en el retrovisor brilla tenue la avenida comercial de Gettorf.
Seguimos pedaleando, en dirección al campo, y surge una agradable, muy gratificante sorpresa. Damos un giro a la izquierda y descubrimos una playa, miramos, nos detenemos.
Por supuesto, se entiende por sí mismo que también aquí hay ciertas reglas que deben respetarse, como siempre demuestra la señalización.
Un descanso planificado para tomar café en la Nenúfar (200 m) lamentablemente no tuvo lugar, aún no estaba abierto.